La Guardia Civil los interceptó en la Ronda Norte de Zaragoza cuando, según ellos, venían de Hungría. El animal se encuentra en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca y sus captores son ahora investigados por contrabando.
Parece un peluche. Apenas tiene cinco meses y, según los veterinarios, fue separado de su madre hace muy poco. Cuando lo descubrieron sufría desnutrición, deshidratación y un gran estrés que le había llevado a hacerse pequeñas heridas en las patas, pero por suerte ahora se recupera en el Centro de la Fauna Salvaje de La Alfranca. Gracias a la Guardia Civil, este cachorro de oso pardo se ha librado de ser vendido ilegalmente, aunque es casi seguro que pasará el resto de su vida en cautividad.
Lo poco que se conoce de su historia comenzó el pasado jueves en Hungría. Según los testimonios de los dos rumanos que lo transportaban, ese día, de madrugada, el osezno fue entregado a sus captores por otros dos compatriotas en una estación de servicio. Por ahora, el origen del animal es una incógnita: no se sabe si nació en libertad o en cautiverio, de dónde procede y qué ha sido de su madre.
El viernes por la mañana, más de 24 horas después, dos motoristas del Destacamento de Tráfico de la Guardia Civil dieron el alto a un turismo "de alta gama" que circulaba por la Ronda Norte en dirección Madrid y despertó sus sospechas. Al registrar el vehículo, los agentes encontraron un trasportín de animales de compañía en cuyo interior viajaba la cría de oso pardo.
Los guardias civiles avisaron a sus compañeros del Seprona, que se personaron en el lugar y preguntaron a los ocupantes del coche por el animal. Uno de ellos, L. M., de 34 años y con domicilio en Zaragoza, dijo ser el propietario. Sin embargo, cuando le requirieron la documentación necesaria para demostrar que el osezno estaba en situación legal, él mismo reconoció que carecía de ella y aseguró que se lo habían entregado en una gasolinera de Hungría.
Al tratarse de una especie incluida en los convenios internacionales que regulan el comercio de la flora y la fauna amenazadas, el Seprona levantó acta y se incautó del osezno, que fue trasladado a La Alfranca. Por su parte, tanto L. M. como su acompañante, S. M. S., de 30 años y residente en Toledo, fueron denunciados por una presunta infracción a la Ley 12/1995 de Represión del Contrabando, ya que la Guardia Civil tiene claro que el destino del animal era ser vendido ilegalmente.
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