En la vertiente francesa de los Pirineos centrales, Ariège (perteneciente a Haut-Couserans) conserva muchas leyendas relacionadas con el oso pardo. Hasta hace solo unas décadas, los viejos de las aldeas aleccionaban a los niños por si se encontraban con un oso cuando caminaban solos por el bosque. Les aconsejaban dirigirse a la fiera con respeto y cortesía, pues es sabido que el oso es un viejo monarca de las montañas muy sensible al protocolo y las buenas maneras. Hablarle con educación, sin gritos ni aspavientos -y desde luego sin ofenderle tirándole piedras o echando a correr- era la única garantía de salir indemnes del encuentro.
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